Apuntes de Historia CCCLXXIV

Cultura, Historia, Manuel Jesús Parodi

Manuel Jesús Parodi Álvarez.-Sanlúcar en los apuntes de un viajero alemán de 1599 VIII

Para quienes no hayan seguido los capítulos anteriores de esta pequeña serie que venimos desgranando a lo largo de las últimas semanas señalaremos que nos venimos ocupando hasta ahora de un manuscrito sobre la España de finales del Quinientos titulado“Tesoro Chorografico de las Espannas por el Señor Diego Cuelvis”, un texto escrito en español por su autor alemán, el mencionado Diego Cuelvis (o Jacob Cuelbis, como también se le menciona) y conservado en la British Library de Londres, donde forma parte del fondo de manuscritos españoles de dicha institución cultural británica.

En España contamos con copia de ese manuscrito gracias al historiador andaluz y académico de la Historia Pascual de Gayangos (nacido en Sevilla en 1809 y fallecido en Londres en el año 1897), quien encargaría dicha copia ya histórica y que se conserva en Madrid, en la Biblioteca Nacional. 

Seguimos el texto de Cuelvis (o Cuelbis) en la edición hecha del mismo hace ya casi veinte años por Salvador Raya Retamero, quien se ocupa del periplo por Andalucía de este viajero en un libro de 90 páginas titulado “Andalucía en 1599 vista por Diego Cuelbis”, trabajo editado en 2002 por la Junta de Andalucía, siendo publicado en sus prensas de Málaga por “Caligrama Ediciones”, en una tirada de tan solamente cien ejemplares. 

Cuelbis viajaría por la España de finales del siglo XVI recorriendo algunos escenarios del momento en el país, unos lugares entre los cuales habría de contarse precisamente Sanlúcar de Barrameda, localidad a la que este autor no dudaría en tildar de “el principal y más famoso puerto de España” (página 54 de la edición de Raya Retamero). 

Si la semana pasada nos ocupábamos de las menciones que hace Cuelbis del palacio ducal de Medina Sidonia y de la parroquia de La O (la “Yglesia mayor de Santa María”, como se refiere a la misma), entraremos hoy a considerar otros de los diferentes testimonios que presenta este viajero germano sobre nuestra ciudad en el año 1599.

Tras la mención antedicha de la parroquia barrialteña de Nuestra Señora de La Expectación o de La O, Diego Cuelbis hace referencia a los Jerónimos, cuando dice literalmente en sus líneas que “Fuera de la villa se ve un monasterio llamado de Barrameda, dentro del qual ay frailes de San Hierónimo, Monasterio de Barrameda, y deste monasterio fue llamada la villa”. 

De este escueto párrafo podemos entresacar varias puntadas de información, por así decirlo; de una parte, cabe señalar el testimonio que presenta sobre el monasterio de San Jerónimo (“San Hierónimo”), localizado como señala el propio texto a las afueras de la propia villa sanluqueña, así como la denominación del mismo como “Monasterio de Barrameda”, denominación que -señalemos que de manera errónea- el autor del texto considera que se encontraría en el origen del nombre completo de la propia localidad (“Sanlúcar de Barrameda”).

A continuación presenta el manuscrito de este curioso viajero alemán un párrafo de una mayor extensión en el que el autor hace referencia a las difíciles condiciones de la navegación a causa de la barra existente en la desembocadura del Guadalquivir.

Transcribimos ahora este párrafo literalmente, como hemos hecho con los anteriores; el mismo reza como sigue: “Monasterio de San Francisco del puerto de Sanlúcar. Es muy peligroso para entrar aquel puerto, por los peñascos del mar que llaman Peñascos de Barrameda, cerca de los cuales se ahogaron infinitos navíos grandes que vinieron lejos de ceutesno (sic) y de las Yndias, como se ve aún algunos mástiles en el agua. Y, porque la mar es tan fiera cerca de la villa de Sanlúcar, ordinariamente llegan los navíos grandes una legua más arriba, subiendo hasta Bonance, donde ay una casa bastecida como una Yglesia. En este lugar cargan y descargan las naos”.

Amén de la referencia a la iglesia y monasterio del puerto (de Bonanza) de Sanlúcar, es muy significativo lo que señala este testigo del siglo XVI de las dificultades que presentaba la navegación por la desembocadura del río Guadalquivir a causa de la existencia de la barra del río, esos “Peñascos de Barrameda” a los que hace referencia en su texto.

Esas dificultades serían tan severas como para hacer difíciles las maniobras de carga y descarga (así como otras, de todo tipo, como el embarque de los pasajeros o su bajada a tierra) de los buques en el ámbito del casco urbano sanluqueño, hasta el punto de que las naves de mayor envergadura se veían abocadas a recurrir a Bonanza como puerto más seguro para su carga y descarga (y para otras funciones y maniobras, es de entender).

De este modo se ve desarrollada un poco más por extenso la idea que ya presentase el autor en los primeros de sus párrafos que dedica al ámbito sanluqueño cuando hacía mención de Bonanza (a la que sigue llamando “Bonance” en su texto) como puerto; el puerto de Bonanza, así pues y de acuerdo con lo expuesto por Cuelbis, sería el espacio destinado a las naves de mayor envergadura de entre las que navegaban las aguas del Guadalquivir en la transición entre los siglos XVI y XVII, el gran siglo de las Flotas de Indias.

Ya en esas líneas del tudesco Cuelbis se deja constancia de los numerosos, numerosísimos, naufragios que se producían históricamente en la Barra sanluqueña, mencionando expresamente el autor a los buques procedentes de las Indias (“Yndias”), esos “infinitos navíos grandes” que se hundieron en la desembocadura del río, y de muchos de los cuales quedaba el lastimero testimonio de sus mástiles aflorando en la superficie de las aguas como aviso a navegantes (dicho de un modo literal en este caso) y como mudos testigos de los severos peligros de las bocas del viejo río Baetis, tal como sucede hoy día con el “Barco del Arroz”, el viejo buque mercante Weisshorn, encallado para siempre (tan para siempre como la herrumbre de su roto casco aguante…) en la tan peligrosa Barra de la desembocadura del río Guadalquivir.

En los siguientes párrafos de esta serie entraremos a considerar lo que continúa señalando Cuelbis sobre la Sanlúcar de Barrameda del primer año de reinado de Felipe III, 1599, con cuestiones tales como sus apuntes sobre el vino sanluqueño de la época, o los abastecimientos de la Sanlúcar de la Edad Moderna.

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