Apuntes de Historia CCCLXIX

Cultura, Historia, Manuel Jesús Parodi

Manuel Jesús Parodi Álvarez.-Sanlúcar en los apuntes de un viajero alemán de 1599 III

El viajero alemán, natural de Leipzig, Diego (o Jacob) Cuelbis viajó por nuestro país en 1599 y dejó un relato de su viaje por tierras de España, relato al que venimos acercándonos desde hace unas semanas para conocer lo que este testigo de su época dejó escrito sobre la Sanlúcar de Barrameda que conoció de primera mano en el transcurso de su mencionado viaje hace ahora 422 años.

Como hemos señalado en los artículos precedentes, se trata de un manuscrito titulado “Tesoro Chorografico de las Espannas por el Señor Diego Cuelvis”, escrito en español (no en alemán, lengua materna del autor) cuyo original se conserva en la British Library, en Londres, formando parte del fondo de manuscritos españoles de la referida institución. 

Para quienes no hayan podido leer los anteriores artículos, especialmente, diremos que gracias al erudito andaluz (historiador y académico de la Real de la Historia, bibliógrafo, arabista) Pascual de Gayangos (nacido en Sevilla en 1809 y fallecido en Londres en 1897) se haría una copia de ese manuscrito, a partir del manuscrito original, al que sigue escrupulosamente; dicha copia (un documento histórico en sí mismo, pues data del siglo XIX) se conserva en Madrid, en la Biblioteca Nacional de España.

Manejamos la edición (parcial) del texto de Cuelbis que realizó Salvador Raya Retamero, a cargo del cual corren la preparación del manuscrito, su estudio preliminar, las notas y el cuerpo crítico del librito. 

Lo llamamos “librito” ya que se trata de un volumen de 90 páginas, de título “Andalucía en 1599 vista por Diego Cuelbis”, publicado en 2002 por la Junta de Andalucía e impreso por “Caligrama Ediciones”, en una muy corta tirada de tan sólo 100 ejemplares. 

Y decimos que se trata de una edición parcial (la de Salvador Raya Retamero) ya que su intención no es recoger el total del manuscrito de Cuelbis, centrándose en las andanzas andaluzas del viaje por tierras españolas de este personaje germano, un periplo andaluz que se iniciaría (y casi se centraría) en el ámbito occidental de nuestra comunidad autónoma.

Volveremos a señalar a todos los lectores interesados en leer el texto de Cuelbis en la edición realizada por Salvador Raya Retamero que pueden acceder al mismo (en formato pdf) a través del siguiente enlace: https://docs.google.com/file/d/0ByjDca766kcieGZOcVVkWkRJT00/edit

Centrándonos en el propio texto de Diego Cuelbis, el autor nos cuenta que entró en España por el Norte del país, a través de la frontera con Francia y cruzando el Bidasoa, en la primavera de 1599, viajando acompañado por un amigo y por un criado español. 

Ya en tierras de Andalucía, adonde este viajero llegaría por la localidad onubense de Ayamonte, se detendría en algunas poblaciones mayores visitando así mismo otras localidades de menor envergadura, a las que como decimos visita y de las que también se ocupa en su texto. 

Entre otros temas que llamaron la atención de este viajero germánico se cuentan epígrafes e inscripciones tanto antiguas como conmemorativas (algunas de las cuales llega a transcribir y copiar) así como monumentos, los cuales provocaron su curiosidad. 

Una de esas inscripciones, indirectamente relacionada con la Historia de Sanlúcar de Barrameda (debido a la naturaleza de su contenido), es la que encuentra en la localidad de Niebla, sobre una de las puertas de la muralla de la referida localidad, la cual transcribe en su texto y que reza “Don Alonso Pérez de Guzmán el Bueno III deste nombre duque VII de Medina Sidonia XIII conde de Niebla”, y que hace referencia a uno de los señores de Sanlúcar, el VII duque, padre de D. Manuel y abuelo del IX duque, D. Gaspar (que perdió el señorío de la localidad en el año 1645). 

Se trata de Alonso Pérez de Guzmán y Sotomayor (1550-1615), precisamente el duque de los tiempos en que Cuelvis (o Cuelbis) pasa por España, por lo que con esta inscripción (enmarcada por las armas de los Guzmanes así como por un león y un dragón) no se encontraría el viajero ante un texto antiguo, sino contemporáneo de su propia época y momento (lo relativo a este particular aparece recogido en la página 35 de la edición de Raya Retamero). 

Otro testimonio indirectamente relacionado con nuestra ciudad es el que nos ofrece un poco más adelante en su relato (en la página 36 de la edición de Salvador Raya), cuando este viajero habla de una Sanlúcar que no es la nuestra, que no es la de Barrameda… 

Y habla de una Sanlúcar que no es la de Barrameda porque el autor se acerca a otra Sanlúcar, hoy Sanlúcar la Mayor, localidad sevillana a la que denomina como “S. Lúcar de Pecín” y en la que hemos de encontrar a Sanlúcar de Alpechín, luego devenida Sanlúcar la Mayor, sobre la cual se detiene de manera breve, ponderando curiosamente la calidad de sus uvas. 

Será más adelante (algo que se recoge en la página 54 de la edición de Raya) cuando el viajero de Leipzig llegue hasta Sanlúcar de Barrameda, a la que dedica bastante más atención que a su homónima sevillana, siendo que los contenidos sobre nuestra ciudad se extienden entre las páginas 54 y 56 de la referida edición de Raya Retamero que venimos empleando. 

Para llegar hasta Sanlúcar de Barrameda, Cuelvis emplearía lo que él mismo denomina “el camino del agua”, esto es, el río: literalmente habla de “El camino de Sevilla por el Agua a Sanlúcar de Barrameda”, poniendo de ese modo -sencillo y directo- de manifiesto el peso y el papel desempeñado por el río Guadalquivir como medio y vía de comunicación histórica en nuestro territorio, siendo el camino “del agua” el elegido por este viajero centroeuropeo para desplazarse desde el interior hasta la costa, desde Sevilla hasta Sanlúcar de Barrameda. 

En este camino acuático menciona Cuelvis varios hitos, varias etapas, como Coria, “La Venta” (sic), Nebrisa (sic, Lebrija) y, finalmente, Bonance (sic, por Bonanza), para a continuación hacer referencia (tras la mención de “Bonance”/Bonanza) definitivamente a Sanlúcar de Barrameda. 

La semana próxima nos acercaremos al desarrollo de este “camino acuático” en el que aparece significada con entidad propia la referencia de Bonanza.

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