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Volviendo a la isla

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Juan Antonio Gallardo «Gallardoski» .- Un paseo por Sanlúcar

Si a la amistad que ya vale su peso en otro, le añadimos, además, unos quilates de admiración, a ver quién es el guapo o la guapa que se anima a deshacer el vínculo. Esto es lo que a uno le pasa con su primo, amigo, y cómplice en tantas- y de tan varia intención- vicisitudes, locuras y proyectos, les hablo, quién me conoce lo sabe, de Jota Siroco. 

Este verano que recién principia con los primeros días de verdadera canícula estival, Siroco le regala al pueblo de Sanlúcar un bello homenaje por soleares y le acompañan  en este paseo por la ciudad, los pequeños prodigios pictóricos de José Antonio Ramírez Harana, bajista imprescindible de la música decente  que se cuece por este hemisferio y feliz descubrimiento como pintor para mí al menos, ya que uno desconocía esa sutileza y gusto exquisitos con el que el mejor bajista a kilómetros a la redonda se maneja con las acuarelas. 

Han puesto estos dos amigos las cartas sobre la mesa y se ha sacado mi primo de su chistera de mago una baraja, unos naipes que recorren desde la plaza cabildo de sus amores y de sus inspiraciones, hasta el mítico confín de Bonanza esta ciudad nuestra tantas veces maltratada por la gobernación y por la indolencia ciudadana. Esta ciudad nuestra que tiene como todas las ciudades sus territorios de misterio y sus abolengos, sus presunciones y sus virtudes, su paisaje humano que la configura como un lugar a veces único, a veces mágico, a veces melancólicamente abandonada. 

La baraja la componen veintitrés cartas, iba a escribir naipes, pero realmente son cartas, cartas de fineza y halago a cada barrio, a cada lugar emblemático, cartas en las que el poeta se rinde finalmente a la belleza de la ciudad y el pintor ilustra la figuración de esa belleza. 

Las soleares que leerán ustedes,  tendrá que cantarlas alguien, porque no deben quedar sin música y sin quejio esta carta cuya leyenda reza; 

“Las palomas contarán/ que en la plaza del Cabildo/ aprendimos a volar” 

Ni aquella otra, donde se cuenta algo que todos los sanluqueños sabemos, pero que no hemos podido escribir: “En la Calzada se abrazan/ los vientos del barrio alto/ y las olas de la playa”

Las acuarelas, por su parte,  tendrá que colgarlas alguien en alguna sala de exposiciones, porque no pueden quedar estas pequeñas obras de arte sin hacer su corretaje de deslumbramientos en las paredes. 

De momento están juntas, metidas las veintitrés cartas de amor en una cajita que las guarda y que cuando la abrimos- ya veremos si nos atrevemos a jugar alguna partida con ellas a sabe dios qué- un catálogo de asombros y beldades nos deslumbrará, como alguna vez lo  hizo la ciudad, como lo hace cuando la enseñamos los nativos a los visitantes, redescubriéndola, volviendo a visitarla con ojos nuevos, con los ojos con que la miran nuestros amigos que llegan aquí animados por su gastronomía, su historia y su luz.

Siroco y Harana, han montado esta timba poética. Yo me sumo al tapete y les invito a todos a disfrutarla. A vivir este callejero de Sanlúcar con ellos. Sabiendo que “Al resol de las covachas/ veinte dragones vigilan/ el paso de las muchachas”

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